lunes, 4 de noviembre de 2013

La valla de la vergüenza

El gobierno español ha decidido reforzar la valla fronteriza de Melilla con la colocación de cuchillas en sustitución del alambre de espino para evitar la posible entrada masiva de inmigrantes.

 

 

Hace pocos días nos enteramos de la colocación, por parte de las autoridades fronterizas españolas, de cuchillas en las vallas de Melilla, con la intención de detener una posible entrada masiva de inmigrantes africanos.

Un reconocimiento aéreo de la zona verificó que en las cercanías de la valla se hallaban varios millares de posibles inmigrantes que pretenderían saltar la valla para entrar ilegalmente en España (según fuentes que prefieren permanecer en el anonimato) Al recibir estos datos el gobierno tomó la determinación de evitar esto de una forma absolutamente repulsiva e inhumana que incluso se podría considerar una violación de los derechos humanos, ya que sabían que la condición que estas personas tienen en su país les obliga a saltar la valla para buscar una solución en un país que se considera "con más oportunidades" que su país de origen y que esto conllevaría auténticas masacres. Al entrar de forma irregular en España los inmigrantes se encuentran situaciones de todo tipo, cada cual peor que la anterior, por ejemplo entrar en la Península Ibérica en pateras en las que arriesgan su vida al aventurarse a una travesía por mar en condiciones nada apropiadas para la navegación.

No sólo se están cometiendo atrocidades aquí en España, las vemos en otros países a diario, como en la italiana isla de Lampedusa, la puerta de Europa, donde mueren personas que buscan una mejor calidad de vida en esta “Europa humanizada y avanzada” y lo único que encuentran es la muerte o en los mejores de los casos la misma explotación por parte de empresarios sin escrupulos que a las que las grandes multinacionales someten a sus familias en sus países natales.

Debemos informar a la ciudadanía de esta terrible e inhumana situación y exigir a los gobernantes que, o bien solucionen los problemas que el “tercer mundo” padece, o bien permitan soluciones dentro de nuestras fronteras europeas, donde estas personas puedan encontrar una solución, y no una muy posible muerte o situaciones inhumanas al intentar entrar en otro país.