La tienda
de Arte Toledano que preside la esquina, nos dicen en su web, está dedicada “a la venta y distribución
de complementos y artículos de regalos, joya majorica, abanicos, cerámica,
damasquinado [..] Con más de 600m2 de exposición, en la planta superior podemos
disfrutar de un Museo Medieval en el cual tenemos expuestos distintos tipos de armaduras y complementos
medievales de todas clases, en especial todo el material necesario para realizar
recreaciones medievales y una amplia exposición de Cerámica de Talavera,
Toledo, Sevilla, etc”.
Simpáticas meninas se asoman al balcón, y muchos turistas las fotografían. Pero,
sorpresa, en su escaparate se desvían bastante de lo medieval para ofrecernos
una serie de figuritas “históricas” (a 120 € cada una). Esos “soldados de
plomo” (también se venden en la web de la tienda) incluyen a Hitler (con el brazo en alto),
Stalin, Franco, y los Generales De Gaulle, Patton, Montgomery e Eisenhower.
A la
ofensa a las víctimas del Holocausto y del nazismo se suma la ofensa
a los españoles. Resulta incomprensible que en pleno centro de Madrid se
permita la exaltación del autor de un golpe de estado, retratado con la pistola
en la mano en el momento en el que se dispone a secuestrar la voluntad
democrática de la ciudadanía.
Si algún lector de Café Steiner puede dar testimonio de algún escaparate
de alguna ciudad europea donde se pueda comprar un Hitler con el brazo en alto,
invito a ponerlo en conocimiento del público. Es un hecho grave, máxime cuando
ese Hitler aparece flanqueado en el escaparate por “figuras históricas” como Bernhardt Rust,
nada menos que el Ministro de Educación de la Alemania nazi que purgó la
Universidad de judíos (entre ellos a Einstein) e impuso un currículum centrado
en la exaltación de la raza aria y, en sus propias palabras, la “creación de
nazis”, junto con un anónimo “Mariscal
de las SS”, que seguramente habría sido ahorcado por los aliados en Núremberg
por sus crímenes contra la humanidad. ¿Ampara la ley estas muestras de adhesión
al nazismo y al golpismo en pleno centro de Madrid? Lo desconozco. Lo que sí
que está claro es que España vive todavía una anómala tolerancia de este tipo de hechos.