El funeral del criminal de guerra nazi Erich Priebke, fallecido en Roma la semana pasada, ha sido suspendido ante las protestas y disturbios que han tenido lugar en las afueras de la capital italiana.
El coche fúnebre que llevaba los restos del excapitán de las SS se
encontró con centenares de manifestantes que gritaban “asesino” y
“verdugo” propinando puñetazos y patadas al vehículo.
Los activistas también se enfrentaron con un grupo de
ultraderechistas que acudieron al cementerio de la localidad de Albano
Laziale.
Los incidentes obligaron a suspender los funerales y el cuerpo ha
sido trasladado al aeropuerto militar de Pratica di Mare, en el litoral
de Roma a la espera de una decisión sobre su destino final.
Tras la muerte de Priebke a los 100 años el viernes pasado, la
Iglesia Católica se negó a oficiar la ceremonia fúnebre pese a las
protestas de la familia y del letrado del difunto.
Sin embargo, si consintió llevar a cabo el acto la tradicionalista Fraternidad San Pío X, conocida también como lefevbrianos.
La comunidad judía se sintió indignada cuando el abogado del
fallecido difundió el testamento del oficial nazi en el que aseguraba
que “nunca renegó de su pasado” y consideraba que el Holocausto era
“propaganda”.
La petición de un funeral público para Priebke causó una indignación
adicional, dado que este miércoles se conmemora el 70º aniversario de la
deportación de más de 1.000 judíos romanos al campo de exterminio de
Auschwitz.
Priebke fue condenado a cadena perpetua en 1998 por dirigir la
masacre de las Fosas Ardeatinas el 24 de marzo de 1944 en Roma, en la
que fueron asesinados 335 civiles italianos.
Sin embrago, debido a su avanzada edad y a su deteriorado estado de
salud, se le permitió cumplir sentencia bajo arresto domiciliario en
Roma. Después de la derrota de la Alemania nazi, el criminal de guerra
logró huir a Argentina, donde vivió durante más de 50 años después de la
guerra.
Argentina, donde viven los hijos de Priebke, se ha mostrado contraria a la repatriación del cadáver del oficial nazi.