Eso nos dijimos hace ahora tres años, justo cuando el compañero Carlos fue asesinado por un neonazi, y eso ha sido lo que hemos hecho en todo este tiempo: rendirle homenaje de la única forma que conocemos, luchando mediante la acción directa. Nos prometimos que su rostro contemplaría sonriente cómo Madrid será la tumba del fascismo y hoy, fecha del tercer aniversario de su muerte, estaría contento al ver cómo hemos convertido las calles y nuestros barrios en un infierno para nuestros enemigos. Aún así, queda mucho camino por recorrer. Con estas acciones en su memoria queremos, además, llamar a la movilización al antifascismo militante para recuperar la lucha y el espíritu combativo que nos unió tras aquel día 11 de noviembre, espíritu que en muchos sectores parece adormecido. ¿Acaso con la condena al asesino de Carlos se acabó todo? ¿O es que hace falta otro muerto para volver a tomar las calles? Es hora de despertar de nuevo y sacar toda la rabia. Ni un respiro al fascismo.
Nuestra calle, su pesadilla.
Sangre de venganza. Así lo pidió Carlos, así debe ser. Por él, por todos nuestros caídos, por los compañerxs presxs. No hay término medio con la escoria fascista ni con sus cómplices y a través de la violencia revolucionaria acabaremos con ellos. Estos son algunos de los obsequios conseguidos en los últimos días y animamos a todos los militantes a seguir nuestro ejemplo. Es nuestra obligación como antifascistas (y te lo pasarás en grande a costa de estos cagones):
El recuerdo iluminó de nuevo las calles del barrio de Carlos, justo en el mismo lugar en el que perdimos a otro compañero antifascista al que queremos recordar. Jelilla murió cuando se defendía de un ataque de porteros neonazis del Excalibur, armados con cuchillos. Hoy ese garito ha amanecido con sus puertas selladas y su pared decorada.
También quedó decorada la ciudad, con una pieza en uno de los lugares más visibles en la M-30:
Para que nadie olvide lo ocurrido hace tres años, se colgaron varias pancartas en los puentes más transitados de Madrid.
Y por último, para completar nuestro homenaje, las fuentes volvieron a teñirse de rojo, simbolizando la sangre derramada por nuestros compañeros caídos en combate.
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