En el último año los neonazis salmantinos se han desvinculado del partido de Manuel Canduela entre otras razones por los escándalos internos del partido, los numerosos juicios por agresiones perpetradas por sus miembros (la última el 6 de septiembre de 2009 cometida por David Herranz Isidro) y la presión antifascista.
Los neonazis han intentado también implantarse en la Universidad a través del sindicato SIU, creando SIU Salamanca, pero en las elecciones de 2007 tuvieron un resultado catastrófico y en 2009 optaron por no presentarse. Con lo que les ha quedado bastante claro y han comprendido, que en la Universidad tampoco tienen cabida las ideas racistas.
A esto han contribuido, sin duda alguna, los antifascistas de la ciudad, quiénes organizados en las distintas asociaciones antifascistas o de manera individual, han denunciado la verdadera cara de sus militantes (entre ellos Javier Martín, juzgado por el apuñalamiento de un militante de izquierda en 2004 o David Herranz juzgado en 2007 y 2009 por agresiones contra estudiantes), y han impedido cualquier actividad política de DN en la ciudad.
El local que poseen en la calle Gran Capitán ha dejado de servir de almacén del partido Democracia Nacional, en parte debido a las movilizaciones de los antifascistas de la ciudad, que han protestado una y otra vez hasta conseguir que los neonazis se marchen del barrio Vidal; entre los últimos actos organizados están la exhibición de graffitis antifascistas organizada el 29 de noviembre de 2009 por Acción Antifascista Salamanca o las concentraciones contra las últimas agresiones nazis en la ciudad (también en noviembre). A pesar de ello, han decidido rebautizar el local como Centro Social Nacional, sirviendo aún como centro de reunión para los nazis salmantinos. Por lo que, si bien se ha dado un gran paso, las protestas deberán proseguir hasta conseguir que sean expulsados definitivamente.
Lo que sí ha quedado claro es que aquí termina la historia de una de las delegaciones más importantes de DN a nivel nacional (a pesar de que no superaban la veintena de militantes), lo que convertía a la ciudad en el punto de encuentro y de celebración de actos y conciertos de RAC (aunque siempre en las afueras de la ciudad, protegidos por la Guardia Civil y de forma privada).